La Ruptura

 

La gente que está (teóricamente hablando) en la cabeza del poder no ha comprendido nada, o no lo quiere entender. Encerrados en su autismo, parece que creen que todavía pueden, desde el Eliseo, Martignon o la plaza Beauvau decidir lo que los franceses quieren o no. Tienen las agallas de denunciar a aquellos que causan disturbios, los rompedores (manipulados por los servicios ad hoc) cuando son ellos quienes rompen y quebrantan la sociedad francesa.

Desde hace años anunciamos la ruptura entre el país real y el país legal. Varias personas, incluso nuestros allegados, nos han explicado sabiamente que nos tomamos nuestros deseos por realidades. Pues el pueblo, no es así, no existe...los hechos les demuestra cruelmente que ellos son falsos. Si bien es cierto, no es delante de una pantalla de ordenador que conocemos la realidad de lo sucedido en la calle. De igual forma, los aristócratas ricos encerrados en su jaula dorada de Versalles deben estar vez persuadidos, también, como en 1788, que el pueblo no existe.

La oligarquía financiera que ha impuesto Macron ahí donde él esta, igualmente persuadido, que ella le podría permitir todo y hacer aceptar cualquier cosa a esos franceses imbéciles. La respuesta contundente por parte de los Chalecos Amarillos ilustra la famosa frase de Rivarol: “cuando un pueblo cesa de estimar, cesa de obedecer”.

Jean-Claude Michéa ha hecho un comentario sagaz. “Un gobierno cínico que claramente está listo –en diferencia con sus predecesores-a ir hasta los peores extremos pinochetistas (como Maggie y los menores galos, o los huelguistas de hambre en Irlanda) para imponer su << sociedad de crecimiento >> y el poder antidemocrático de los jueces, hoy triunfante, no tienen a quién temer en ningún plano y menos del personal servil mediático francés (...) pues la colera de aquellos de abajo no recaerá más, simplemente porque ellos no pueden caer más bajo y no quieren más. ¡El pueblo está definitivamente en marcha! Que los versalleses de izquierda y de derecha (retomando la fórmula de los proscritos de la comunidad de refugiados en Londres) lo tengan por dicho...”.

Michel Onfray está sobre el mismo registro “con esta banda política y sindical, entendemos bien que, amigos como puercos, los institucionales de la política y el sindicalismo no lo dirán jamás, pero ellos temen por la democracia representativa en la cual prosperan como gusanos en queso, porque la democracia directa, esa de los chalecos amarillos hoy, o la de los gorros rojos de ayer, impide a los profesionales de la política hablar alto y fuerte por el pueblo cuando al mismo tiempo actúan contra él. Como combatir esta << lepra >>de la Francia periférica? Ensuciando el movimiento para evitar que éste se haga entender y no diga lo que quiere decir.”.

La ruptura entre el país legal y el país real es irremediable. Tendremos la confirmación en un futuro próximo.

Pierre Vial

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